La crisis en el Centro Cultural Tijuana (febrero, 2010)

Hace un año (en febrero del 2010) escribí este ensayo-crónica del conflicto surgido a partir de la designación del actual director del CECUT. Meses después se publicó en el primer número de la revista Caviar Izquierda. Aquí lo comparto íntegramente para quienes no lo han leído aún.

(Nota: Haz click en las imágenes para ver más información)


La crisis en el Centro Cultural Tijuana


El sujeto cínico está al tanto de la distancia entre la máscara ideológica y la realidad social, pero pese a ello insiste en la máscara.

—Slavoj Žižek, El sublime objeto de la ideología


Si en algo insiste la posmodernidad es en descreer la autenticidad de la identidad. No es coincidencia que el concepto clave para entender a la sociedad contemporánea sea el cinismo. El cínico de nuestra era (sin genes de Diógenes) ya no transgrede la doxa, la reafirma, y lo hace, primordialmente, construyéndose una identidad propia. El cinismo es el énfasis en una definición de sí, un Yo explícitamente sobrecodificado.
Esta crónica es un recuento de los acontecimientos en torno a la nueva dirección del Centro Cultural Tijuana (CECUT) que avivaron una conciencia política en la comunidad cultural tijuanense. Y es, también, un relato de la representación de cierto cinismo mediático.
El CECUT, la institución cultural más importante del noroeste del país, ha evolucionado gracias a la construcción de eficaces dinámicas que han favorecido el desarrollo artístico de la región. Sus pasadas administraciones han sido justificadamente criticables, mas es notorio un avance a través de los años.
Tras aceptar el puesto de directora del Instituto Nacional de Bellas Artes, Teresa Vicencio dejó la Dirección General del CECUT en abril del 2009. El subdirector, Héctor Villanueva, asumió el cargo de Director Interino. Consuelo Sáizar, presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, consideró desde el 4 de abril a Villanueva como su “propuesta” para ocupar oficialmente el puesto. Sin embargo, el 6 de mayo, Sáizar no ratificó a Villanueva. La dirección fue otorgada a Virgilio Muñoz, quien asumió el cargo el 11 de mayo.


Muñoz fue uno de los cuatro “gallos” propuestos por el Foro Cultural Ciudadano (FOCUC), diez individuos que veían en Villanueva una indeseable “continuación” (curiosamente, dos de sus cuatro candidatos, representantes de una supuesta “renovación”, eran exdirectores del CECUT). Pero más allá de eso, Muñoz, según indica Villanueva, “ya estaba moviéndose en Los Pinos”. Es aquí sugerente enterarnos que el hijo de Virgilio Muñoz fue Secretario Particular de Felipe Calderón.
El dudoso perfil profesional del elegido y el turbio proceso de selección fueron suficientes para que más de 300 ciudadanos firmaran una carta dirigida a Sáizar en rechazo a la designación. Entre los firmantes figuraban Marcos Ramírez ERRE, Heriberto Yépez, Pepe Mogt y Juan Carlos Reyna de Nortec, Felipe Ehrenberg, Rafa Saavedra, entre otros. Y desde la Ciudad de México se enviaba una carta en simpatía al rechazo firmada por Carlos Monsiváis, Daniel Sada, Carlos Reygadas y más. Pero el problema apenas comenzaba.

Los “mundos pequeños”


Es precisamente el análisis del narcisismo el que puede mostrar cómo lo otro se anticipa continuamente al Yo. […] Es ahí donde se hace visible el juego de lo “propio” con lo “ajeno” en el núcleo público de las personalidades.

—Peter Sloterdijk, Crítica de la razón cínica


Cuando se entregó la carta, el funcionario todavía estaba allí. ¿Su reacción ante el rechazo generalizado? Esa socorrida estrategia de defensa: el cinismo, es decir, la construcción intencional de una definición de sí que busca neutralizar las acusaciones recibidas apropiándoselas con descaro, deseando que la energía crítica que lo cuestiona devenga apatía. Por ello generalmente la definición cínica de sí viene acompañada de una definición del otro. El mecanismo cínico es el intento de fijar al incómodo otro en un sistema estable y predecible de identidades.
Sabiendo su eficacia política, Virgilio Muñoz no tardó en construir una definición de sí desde el cinismo: “Yo no trabajo en mundos pequeños, que les quede claro”; “He ido donde la gran mayoría no ha ido”; “Claro, uno no es la única alternativa, hay mejores soluciones para esto”; entre otras declaraciones/apropiaciones de las acusaciones recibidas. Y junto con la definición de sí, la definición del otro: “antes que artistas yo creo que estudiantes ¿no?”; “me quieren impresionar con una casa de la colonia aquí a quince minutos”; “el mundo pequeño es el que refiero como el de la mezquindad”; ¿dónde veo yo la oposición?, la veo entonces en que mis enemigos son los enemigos de la cultura”[1]. Pero sin la resignada aceptación del sistema de identificaciones por parte del otro, la relación interpersonal queda indeterminada, no-jerarquizada: la frustración de la intención cínica.

Definidos peyorativamente como “mundos pequeños”, algunos de los firmantes sorpresivamente asumieron la identidad atribuida como un cierto contra-cinismo subversivo (“quinismo”, diría Sloterdijk) que restituyó la energía crítica original. Surgió la leyenda en camisetas negras: “todos somos un mundo pequeño”. Surgió el colectivo (TSUMP, por sus siglas). Surgieron las acciones públicas y el blog (http://todossomosunmundopequeno.blogspot.com/). Los “mundos pequeños” se organizaron en constelaciones y nació una nueva órbita de conciencia crítica en la comunidad cultural.


Los movimientos culturales en la ciudad iniciaron pronto, como protesta y resistencia, un proceso de descentralización. Si bien el arte fronterizo nació por iniciativa propia, fuera de paternalismos institucionales, las dinámicas públicas, como inSite, talleres artísticos y proyectos editoriales en el CECUT, ayudaron a reafirmar su importancia. Pero iniciativas de proyectos como el de BorDocs (foro de cine documental) o el Festival de Literatura en las Artes (de la agencia Nortestación), que decidieron, no sin éxito, llevarse a cabo sin respaldo alguno del CECUT, o de artistas como Marcos Ramírez ERRE o Roberto Castillo, que renunciaron a sus proyectos artísticos con el CECUT, son muestras de la sana auto-sustentabilidad de la comunidad artística de la región.
La nueva administración, enormemente desacreditada, iniciaba un proceso de decadencia. Tan pronto llegó Muñoz, se comenzaron a presentar despidos injustificados; a cobrar presentaciones de libros; a hacer contrataciones legalmente cuestionables (como la del Gerente de Difusión y Comercialización, Víctor Magdaleno, quien entró siendo asistente en campaña electoral de un ahora diputado federal por el PAN); además de la realización de eventos “patito” que van desde tianguis supuestamente “artísticos” o representaciones teatrales vergonzosamente kitsch, hasta mítines políticos del diputado en turno o juntas empresariales en la galería de arte El Cubo. El CECUT, desarmando lo que duró décadas en construirse, día a día, involuciona.

Corrupción a Contraluz


El Arrogante se nombró [...]
Su mérito fue tener a la gente adecuada en las gordas burocracias
firmando documentos de atropellos y dedazos
Su mérito mayor
el de ser Acusado de Tráfico de Personas en el 94
cuando el Centro Binacional de Derechos Humanos lo denunció
y salió libre a pesar de las pruebas

—Jhonnatan Curiel, Yo no trabajo en poemas pequeños


Virgilio Muñoz, siendo delegado del Instituto Nacional de Migración, fue acusado de tráfico de personas por el Centro Binacional de Derechos Humanos (CBDH) y puesto en prisión en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México.


Los medios poco o nada hablaron de esto. Como respuesta a esta censura (pues así se le llama a la supresión o desestimación de información clave en el periodismo), nace Contraluz, publicación impresa y electrónica independiente gestionada por algunos integrantes de TSUMP.
En el primer número de Contraluz, Víctor Clark Alfaro, director de CBDH e investigador de la corrupción de Virgilio, declara en una reveladora entrevista que Virgilio estaba recibiendo alrededor de… no recuerdo si eran 40 mil ó 50 mil dólares por semana” por actos de corrupción, y añade que “si se hubiera aplicado el peso de la ley y hubiera un Estado de Derecho en este país, no sale [de prisión], porque los delitos eran fuertes y había pruebas suficientes para señalarlo” (consúltese en Youtube: http://www.youtube.com/watch?v=u7vVVRe8RNo).


Esta entrevista, otras notas y más información sobre el caso pueden encontrarse en el Facebook de Contraluz o en su blog (http://publicacioncontraluz.wordpress.com/).

El “cinismo político”


El “cinismo político” enuncia sus subterfugios bajo el argumento de la necesidad histórica. […] supone recurrir excesivamente a la moralidad del mañana para ocultar la inmoralidad de hoy.

—Michel Onfray, Cinismos


Moderando su cinismo inicial, Virgilio desarrolló, en complicidad con la mayoría de los medios locales, una nueva estrategia en la construcción de una definición de sí, a través de sus numerosas entrevistas “a modo”, para diluir, omitiéndolos, sus antecedentes de corrupción. Así, cuando el cinismo “prepotente” falla (de nuevo: Sloterdijk dixit), inicia la forzada “justificación”.
Esta nueva definición de sí llegó a grados verdaderamente caricaturescos, al punto de declarar que su designación se justifica en tanto que su esposa ha estado involucrada, toda su vida, en la cultura (?); o de mostrarse en medios locales, posando sin miedo a clichés frente a su librero, como el “Papá en la cultura”.

Y para olvidar su oscuro pasado y distraer del incómodo presente, Virgilio optó por idealizar el futuro. ¿Alguien recuerda sus entrevistas? No terminaba una sin prometer todo tipo de proyectos. La “reflexión” sobre la función social del CECUT (nunca hecha, por supuesto) que supuestamente publicaría por escrito fue uno de sus vacíos compromisos mediáticos más anunciados. Pasan los meses y las promesas de esta segunda etapa pública no se han vuelto a ver; empolvándose, escondidas, en los viejos archivos hemerográficos.

¿La solución? Procesos transparentes de selección


Evidentemente personas que dirijan este Centro Cultural hay muchas, calificadas y sin duda con aptitudes.

Claro, uno no es la única alternativa, hay mejores soluciones para esto.

—Virgilio Muñoz


No todos los puestos en política cultural del mundo se dan por dedazo. Al menos eso aprendemos de la lista de convocatorias, publicadas a lo largo de casi un año, que el blog de TSUMP ha reunido recientemente (consúltese en: http://todossomosunmundopequeno.blogspot.com/2010/02/procesos-de-seleccion-de-director-en.html). En esta lista, un buen número de instituciones culturales/artísticas de primer nivel (desde el Tate de Londres y numerosas instituciones españolas, hasta una ecuatoriana y otra más danesa) dan a conocer los criterios y procesos de selección a los que se deberá someter cualquier candidato al cargo de dirección.
Los procedimientos varían (desde el comité de expertos que seleccionan y entrevistan candidatos, hasta la prestigiosa compañía de relaciones humanas que es contratada para hacerlo), así como las exigencias (unas que someten al nuevo director a pruebas de compatibilidad con el personal, otras que exigen experiencia museística/curatorial o el dominio de hasta tres lenguas), mas todas las convocatorias coinciden en varios puntos (curriculum intachable, conocimiento comprobable del estado actual del arte, elaboración de un proyecto definido y justificado a realizar en la institución…).
Cualquiera que sea la postura que se tome frente a la designación de Virgilio Muñoz, todo aquel que le interese el progreso de la cultura de su país considerará urgente el establecimiento de este tipo de bases de selección en toda institución cultural para su íntegro profesionalismo.

Virgilio: Un reto para la identidad de la comunidad cultural


Especificando quién es responsable de malestares sociales particulares, los actores del movimiento hacen afirmaciones de carácter sobre ellos mismos, su organización, y otros. Por ejemplo, ellos, a diferencia de sus “oponentes inmorales”, no están dispuestos a tolerar la injusticia, sufrimiento humano, y cosas similares.

—Scott A. Hunt et al., “Campos de identidad: Procesos de encuadre y la construcción social de identidades de los movimientos”, en Nuevos movimientos sociales

También existe un resignado cinismo “apolítico”. Y hay que reconocer que los antecedentes de dominante apatía política en la región guardan un estrecho vínculo con la actual crisis en el CECUT. Virgilio es, entre muchas otras cosas, nuestro valemadrismo. Es crucial que también lo veamos de esta manera. Por eso, el caso CECUT es un reto para la identidad de la comunidad cultural tijuanense. Ya lo han visto los psicosociólogos: en los movimientos sociales, la identidad colectiva se construye de manera binaria, maniquea (buenos vs. malos). Pero un némesis es siempre la ilusión de una bipartición de sí.
El reto ahora es descubrir una identidad propia, allende la relación con Virgilio. Ello implica primeramente una profunda autocrítica. Después de esto podremos comprender a fondo el devenir del CECUT, el papel de Virgilio. Entonces, este reto no debe desembocar, como algunos opositores de TSUMP arguyen, en una apatía (“no te quejes, siempre ha sido así”, etcétera), pues ello significaría rehuir de este proceso evolutivo.
Esta crisis es un momento clave para la maduración política de la comunidad artística tijuanense, y tras cerca de un año de haber iniciado este proceso ha habido, afortunadamente, cambios muy positivos, posicionamientos claros, debates fructíferos. La victoria está hecha, mas ésta es sólo el inicio.


[1] Véase la importantísima entrevista al periódico Frontera (www.youtube.com/watch?v=P-vfaCrtP90), así nos ahorramos aquí muchas explicaciones.